Sin importar qué tipo de cáncer, la nutrición cumple un papel clave en el paciente oncológico
(Inmédicohospitalario.com)
Es signo de agravamientos o de mejorías, y en algunos de ellos, como el de cabeza y cuello, volver a comer es la mejor de las señales.
Con el enfoque multidisciplinar presente durante todo el Congreso `Cáncer: dolor, nutrición y actividad física´ que han organizado este jueves y viernes la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR), la Sociedad Española de Nutrición Parenteral y Enteral (SENPE) y la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor (SEMDOR), no podía faltar una mesa dedicada en exclusiva a la nutrición.
El Hotel Meliá Avenida América de Madrid ha sido el contexto en el que tres expertas en este ámbito han mostrado los efectos que tiene alimentar e hidratar a los pacientes tras el tratamiento oncológico, y que han estado moderadas por la doctora Samara Palma Milla, Coordinadora de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética, Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital universitario La Paz de Madrid.
Aquellos pacientes oncológicos que están en su fase final de la vida también pueden alargarla si reciben un adecuado tratamiento nutricional, incluida una correcta hidratación. En este foco ha centrado su ponencia `La hidratación y la nutrición al final de la vida a debate´ la doctora Ana Cantón Blanco, especialista en Endocrinología y Nutrición en el Servizo Galego de Saúde.
"En situaciones de final de vida, la nutrición e hidratación artificial no va a mejorar la vida del paciente. En todo caso, producirían una situación de agonía en el paciente. Por eso, aquí deberíamos aplicar los principios generales de ética médica", ha reconocido.
Y, por encima de todo, escuchar al paciente. Incluso a aquel que no quiere seguir con ningún tratamiento "aunque eso suponga un anticipamiento del fin de su vida". En caso de que quiera continuar, Cantón ha aconsejado "ser agresivos en su tratamiento para que la nutrición oral pueda garantizarse".
De las dos posibles vías, la enteral y la parenteral, ha precisado que en el caso de la primera será necesario plantear realizar una gastrostomía. Sin olvidar que el paciente debe de ser consciente de su situación, hecho en el que ha puesto énfasis durante su intervención. "Es importante intentar tener tiempo para empatizar y, así, transmitir una verdad tolerable para ir poco a poco diciendo al paciente qué hay que hacer" en su tratamiento. En definitiva, "no dejar solo al paciente ni a su familia".
El reto de la alimentación en casos de cáncer de cabeza y cuello
Sobre este aspecto ha hablado la doctora Lorena Arribas Hortigüela, de la Unidad Funcional de Nutrición Clínica del Hospital Duran i Reynals, en Hospitalet de Llobregat, Barcelona. `Alimentando al paciente con cáncer de cabeza y cuello tras el tratamiento oncológico. Signos de alarma´ ha sido el título de su ponencia.
Arribas ha sido directa: "para el paciente con cáncer de cabeza y cuello, la principal mejora es comer por la boca. Volver a comer por la boca". Por esta razón, una de las cuestiones que más preocupa a la doctora es cuando un paciente comienza a perder peso tras el tratamiento. Si reduce su peso en un 10%, es importante vigilarlo, ha apuntado.
Casi ninguna persona que haya superado un cáncer de cabeza y cuello recupera su nutrición habitual, ha recordado la doctora. La gastrostomía puede jugar aquí un rol a favor de la mejora en la ingesta y de hacer que el paciente pierda el miedo a comer.
Otro efecto secundario es la disfagia, a causa de la dificultad para abrir la boca. "No es un síntoma único, y en especial en pacientes oncológicos. Estos pacientes tienen 2,7 veces más de posibilidades de contraer una neumonía, por ejemplo. Hay que tener en cuenta que está habiendo un cambio de perfil en pacientes con cáncer de cabeza y cuello. En los últimos años, hay una disminución de pacientes por tabaquismo y un aumento por el virus del papiloma humano (VPH). Estos pacientes son más jóvenes", ha desarrollado en sus conclusiones
Enteritis, y cómo combatirla
La radioterapia puede conllevar patologías muy molestas, como la enteritis crónica. De desgranar las consecuencias que tiene para el paciente oncológico se ha encargado la doctora Emilia Cancer Minchot, de la sección de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Fuenlabrada de Madrid.
"Por la radiación, la enteritis se considera una patología aguda o crónica. La aguda la manejan los oncólogos o radioterapeutas, pero la crónica aparece al año o año y medio, incluso se han descrito casos 30 años después. Se presenta una toxicidad aguda en 80% pacientes que reciben radioterapia y que acaban con enteritis aguda", ha analizado.
Según ha continuado, el pronóstico en este tipo de pacientes señala que el 5% presenta fallos intestinales y un tercio acabarán operándose a causa de enteritis. La mortalidad a causa de esta patología está más relacionada con recurrencias o bien con un síndrome obstructivo, entre otras razones.
Aquí la radioterapia puede ser una de los orígenes, ya que uno de cada cinco pacientes que ha recibido sesiones va a presentar signos de enteritis por la radiación. En cualquier caso, ha abogado por un tratamiento sintomático que se gestione de manera multidisciplinar, incluidos cirujanos, porque se trata de corregir "una desnutrición que afecta a la calidad de vida".